30 Octubre 2012.- Ante todos estos
elementos que componen hoy el Halloween, vale la pena reflexionar y hacerse las
siguientes preguntas:
¿Es
que, con tal que se diviertan, podemos aceptar que los niños al visitar las
casas de los vecinos, exijan dulces a cambio de no hacerles un daño (estropear
muros, romper huevos en las puertas, etc.)? Respecto de la conducta de los
demás se puede leer el criterio de Nuestro Señor Jesucristo en Lc 6,31.
¿Qué
experiencia (moral o religiosa) queda en el niño que para
"divertirse" ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos,
monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el mal y
el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos
disfraces con personajes contrarios a la sana moral, a la fe y a los valores
del Evangelio.? Veamos qué dice Nuestro Señor Jesucristo del mal y lo malo en
Mt. 7,17. Mt. 6,13. La Palabra de Dios nos habla de esto también en 1ª Pe. 3,
8-12.
¿Cómo
podemos justificar como padres de una familia cristiana que nuestros hijos, el
día de Halloween hagan daño a las propiedades ajenas? ¿No seríamos totalmente
incongruentes con la educación que hemos venido proponiendo en la cual se debe
respetar a los demás y que las travesuras o maldades no son buenas? ¿No sería
esto aceptar que, por lo menos, una vez al año se puede hacer el mal al
prójimo? ¡Qué nos enseña Nuestro Señor Jesucristo sobre el prójimo? Leamos Mt.
22, 37-40
Con
los disfraces y la identificación que existe con los personajes del cine ...
¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños que el mal y el
demonio son solo fantasías, un mundo irreal que nada tiene que ver con
nuestras vidas y que por lo tanto no nos afectan? La Palabra de Dios afirma la
existencia del diablo, del enemigo de Dios en St. 4,7 1ª Pe 5,18
Ef. 6,11 Lc. 4,2 Lc. 25, 41
¿Qué
experiencia religiosa o moral queda después de la fiesta del halloween?
¿No
es Halloween otra forma de relativismo religioso con la cual vamos permitiendo
que nuestra fe y nuestra vida cristianas se vean debilitadas?
Si
aceptamos todas estas ideas y las tomamos a la ligera en "aras de la
diversión de los niños" ¿Qué diremos a los jóvenes (a quienes durante su
infancia les permitimos jugar al Halloween) cuando acudan a los brujos,
hechiceros, médiums, y los que leen las cartas y todas esas actividades
contrarias a lo que nos enseña la Biblia?
Es
que nosotros, como cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia,
portadores de la luz para el mundo ¿podemos identificarnos con una actividad en
donde todos sus elementos hablan de temor, injusticia, miedo y oscuridad? Sobre
el tema de la paz podemos leer Fil. 4,9 Gál. 5,22. Ver qué dice Jesús
sobre esto en Mt. 5,14 Jn. 8,12
Si
somos sinceros con nosotros mismos y buscamos ser fieles a los valores de la
Iglesia Católica, llegaremos a la conclusión de que el Halloween no tiene nada
que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos, y que todas sus
connotaciones son nocivas y contrarias a los principios elementales de nuestra
fe.